domingo, 19 de agosto de 2012

EL RACISMO SE MUEVE EN INTERNET COMO PEZ EN EL AGUA


17/08/2012 - La extrema derecha se ha adaptado a la era digital, y con una velocidad increíble.
Hace mucho que la extrema derecha nos proporciona una ventana por la cual podemos observar la naturaleza cambiante del racismo y la política racista. Tradicionalmente, era algo que se presentaba en la monotonía de las campañas electorales, pero ahora se ha adaptado a la era digital, y con una velocidad increíble.

Hace diez años, las principales fuentes de información eran entrevistas a activistas, diarios y revistas de partidos y ocasionales actos. En la actualidad, casi todo lo que hace falta saber sobre la ultraderecha está online.

De hecho, los activistas de extrema derecha han abrazado la web en tal medida, que ya es virtualmente imposible seguir todos los blogs, cuentas de Twitter y páginas de Facebook que se han transformado para ellos en herramientas de comunicación indispensables.

Para los optimistas, la llegada de la tecnología de Internet y las redes sociales constituyó una oportunidad de contrarrestar la política extremista de derecha, un ámbito en el cual se podía fortalecer los vínculos entre comunidades que se oponían a la doctrina derechista. Para los pesimistas, sin embargo, el cambio no podía sino fortalecer a los grupos extremistas y a sus seguidores al establecer relaciones entre los miembros de una comunidad cerrada y afianzar su identidad.

Internet no creó esas reacciones, las exacerbó. El anonimato que ofrece hace que los activistas se sientan fortalecidos. Las herramientas de redes sociales han alentado a los activistas de ultraderecha a volverse mucho más combativos y a lanzarse –una y otra vez- a insultar a personas. Si bien proporciona oportunidades, la era digital también incorpora nuevos desafíos. Al eludirse los canales de comunicación tradicionales, da la impresión de que nos encontramos apenas en los comienzos de un cambio mucho mayor en lo que respecta a la forma en que los grupos de ultraderecha consiguen apoyo. Los partidos tradicionales y otras organizaciones tendrán que estar atentos para asegurarse de que sus mensajes de odio no prosperen.

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